Una vida sedentaria y una dieta desequilibrada (y rica en sal) puede estar detrás de la retención de líquidos que suele afectar a las mujeres en épocas relacionadas con desajustes hormonales (menstruación, embarazo o menopausia), aunque también los problemas de circulación o el estrés pueden contribuir al aumento de peso. El organismo es agua en un 70 %, que se acumula en las células para ayudar al transporte de nutrientes. ¿Cuándo surge el problema de retención?
La retención de líquidos es constitucional, no una enfermedad, y la podemos atajar con una correcta alimentación, con algún tratamiento estético que favorezca a la circulación linfática, la práctica habitual de ejercicio físico y ciertas pautas antirentención.
La población más proclive a acumular agua en los tejidos es la femenina, por varias razones. Sufrimos fluctuaciones hormonales, tenemos la piel más fina, poseemos menor masa muscular y padecemos problemas circulatorios con mayor frecuencia.
El edema es una acumulación anormal de líquidos que se produce en el espacio intersticial (el que hay entre las células) y que causa un aumento de peso repentino. ¿Cómo sé si tengo retención de líquidos? Aprieta un dedo en la zona conflictiva y suéltalo, si la marca se queda durante unos segundos, estás sufriendo retención de líquidos y es hora de que te pongas manos a la obra para hacerla desaparecer. Hay ciertas patologías (trastornos circulatorios, cardiacos y hepáticos) que lo propician, pero también se da en personas sanas, por motivos ligados al estilo de vida (sedentarismo, estrés, el uso de determinados fármacos como los que ayudan a normalizar la tensión o los antidepresivos) o factores externos como el calor y las altas temperaturas.
Las propiedades diuréticas de algunos alimentos ayudarán a la depuración del organismo y a bajar de peso. Muchas veces lo que se cree que son kilos de más, se trata de líquidos en exceso retenidos.
Entre los alimentos diuréticos más eficaces podemos mencionar los siguientes:
Hay gestos que evitan la hinchazón: